Oficina Urbana

Buenos Aires, imaginación consciente

“Lo que ahora es evidente, alguna vez fue imaginario”. WILLIAM BLAKE.

1. VINCULOS

Regularmente y como un hábito casi obsesivo de inventario, con mis alumnos de la universidad, mis compañeros profesionales, ciudadanos participativos, familiares y amigos, realizamos un simple y revelador ejercicio de investigación. La tarea consiste en ir a cualquier archivo disponible, personal o colectivo, electrónico o de biblioteca, y elegir una cierta cantidad de libros, revistas o periódicos.

Después y detenidamente apuntamos la mirado no a los textos sino a las imágenes, al registro de momentos, acciones o acontecimientos cualesquiera registrados, sin ser la anécdota el motivo de la búsqueda; posteriormente observamos el segundo foco, el del contexto, el de los lugares donde ocurren los hechos, para luego y por épocas seleccionar y crear una colección de fotografías factibles de ser vinculadas a través del tiempo.

La experiencia proporciona siempre instantes de fantásticas sorpresas, porque en diferentes escalas, espacios y velocidades, los registros presentan tanto acontecimientos cotidianos como situaciones excepcionales, tanto comportamientos agresivos como situaciones gratas, hechos donde el arte, la política, el deporte, las comedias, los enredos y hasta las más grandes vulgaridades tienen un contexto, fundamental escenario de acción que se advierte en segundo plano.

¿Cuál es entonces el motivo de la tarea? Simple: darnos cuenta del valor del lugar, aun de aquellos menos perceptibles, y del modo y la forma de transformación del mismo ocurrida a través del paso del tiempo.

En este sentido algo surge evidente: si toda acción ocurre en un escenario determinado, el sitio es revelador a su vez y casi siempre de los datos clave con los cuales podemos justificar, descifrar y comprender la calidad y el estilo de los hechos ocurridos.

Por lo tanto, y sin ese dato de situación, lo acontecido se presentaría confuso, indescriptible, incluso irreal.

Esta búsqueda muestra a su vez la existencia de una nueva relación, fundamental para todo habitante de una ciudad, saber que la construcción del relato de su vida estará siempre asociada a lugares precisos y que para él, el carácter del paisaje será siempre la compleja suma, a través del tiempo, de ciertos barrios, de cantidad de calles, parques y plazas, y de particulares edificios.

Ellos serán los lugares que acompañarán las vicisitudes personales, desde las más íntimas y profundas emociones, hasta aquellos sitios donde anónimamente se genera el intercambio de la producción y el consumo.

Asimismo, individual y cotidianamente siempre dispondremos de la oportunidad de crear un escenario propio a nuestros movimientos, amplios o limitados, públicos o privados, con atributos virtuosos o no y sobre geografías locales, regionales, nacionales e incluso globales, diseñando entonces de la manera más diversa y generalmente por decisión propia la calidad de los lugares de la ciudad.

Por lo tanto, de este modo y uno en uno, se crean las condiciones de vínculos del sistema urbano.

2. CORRESPONDENCIAS

Ante esta lógica, en Buenos Aires y con el foco de atención en el contexto de las personas, es posible reconocer que el aspecto más revelador de la secuencia de imágenes es el modo de habitar la ciudad, el cual se lo podría definir como un proceso en permanente mutación.

La secuencia fotográfica, desde esta perspectiva mutante de la historia, permite explicar la constante relación de grandes contradicciones de la sociedad porteña con su medio natural.

Precisamente en los temas urbanos nos encontramos con una comunidad muy interesada por la ciudad, pero siempre dispuesta a defender la voluntad colectiva en tanto coincida generalmente con su interés particular y tan ávida de la crítica como ausente generalmente de la participación propositiva.

Este estilo social ha logrado un tipo de gestión territorial muy sintomático: la forma y calidad de la ciudad no responde a una responsabilidad colectiva, es siempre un tema de opiniones divididas.

Así, por ejemplo, la historia urbana del gran Río de la Plata de Buenos Aires representa quizás el más interesante caso en donde se demuestra esta división, entre el sentido cultural del desarrollo urbano y el valor de su progreso comprendido por la comunidad.

Nuevamente comparando imágenes, podemos observar que en su devenir la costa de barro y escaso calado, de bajos y barrancas, de ríos interiores y llanuras, austeras residencias y caracterizados edificios públicos, se ha transformado hoy y de manera trascendente en un frente ribereño de otro tipo, permitiendo que el puerto, las autopistas, las estaciones ferroviarias y el aeropuerto, cercanos unos a otros, construyan entre ellos una base logística al borde del río y en el mismo centro de la ciudad, sumando a ello la importante actividad de la Ciudad Universitaria y el desarrollo a través de la ocupación residencial, corporativa y cultural del nuevo barrio Puerto Madero, el embellecimiento y saneamiento de las ramblas de La Boca, la Costanera Sur y la Costanera Norte, la existencia de la Reserva Ecológica y la creación de tres nuevos grandes parques públicos costeros, creando en su conjunto y sobre su y sobre su geografía ribereña una superpuesta y sofisticada relación entre la naturaleza de la ciudad y la producción artificial de su desarrollo.

Sin embargo, casi independientemente de un cambio tan asombroso, la historia contemporánea de Buenos Aires como la demostración internacional de una de las más espectaculares estrategias urbanas de adaptación y cambio, entendida ésta como la forma y el proceso de ocupación del territorio.

De esta manera, el ocio, el trabajo, el deporte, el arte, la residencia, los servicios, la economía, la infraestructura, la educación, el turismo podrían ser vistos de otro modo, formando parte de las condiciones que acompañan a la existencia del ser de una ciudad con río y por lo tanto admitiendo de otro modo los notables procesos del movimiento continuo entre la sociedad porteña y su contexto.

Sin embargo, y ante la ausencia de la cultura del río como propia, el porteño no le ha dado un significativo lugar ni a la construcción de imaginativos o fantásticos relatos, un a las ingeniosas obras que siempre han sido necesarias para acompañar el duro desafío que impone la convivencia entre el hombre y su contexto.

Y esta contradicción entre el ser del ciudadano y su ciudad se dramatiza aún más cuando ya en el siglo XXI las fotografías muestran el asombro de la inundación en Buenos Aires, y ante tanta indiferencia previa, un fenómeno propio de su naturaleza y su geografía sorprende como si fuera un hecho ajeno, extraño y raro de advertir, cuando es parte de su razón de existir, de su lugar de origen y de su casa.

3. DERIVACIONES

Regresando al relato inicial del ejercicio de organización del archivo de imágenes, resulta interesante asimilar los hechos provocados por el desarrollo sostenido de los procesos de construcción urbana a la relación por complementación del hardware y el software informático, en tanto la ciudad es el gran continente, donde se desarrollan los diferentes acontecimientos humanos, y los ciudadanos los sujetos, que viven a través de sus programas y sus proyectos momentos pasados, presentes y futuros, individuales y colectivos.

Así juntos, necesariamente juntos, promueven permanentemente los diferentes hechos sociales, creando así la red del conjunto de valores físicos y conceptuales que le dan a una ciudad carácter e identidad.

Desde esta lógica, uno de los grandes dilemas de la historia de Buenos Aires es la débil unidad entre el modo y la condición de habitar la ciudad.

En este encuadre, el salto cualitativo que ha de permitir una mayor coherencia en el vínculo ciudad y ciudadanía depende de la educación y la conciencia ciudadana sobre los motivos y las causas centrales por los cuales se construye y altera el paisaje de Buenos Aires.

La importancia de analizar estos temas, uniendo el habitante y su contexto como un acontecimiento dinámico, permite considerar un nuevo ejercicio de investigación, la construcción prospectiva de la ciudad futura de Buenos Aires, e imaginar cuáles serán las fotografías del archivo por venir.

Si reconocemos que si presente urbano está progresivamente impactado por cuestiones relacionadas con una nueva etapa de su ciclo evolutivo, donde los comportamientos masivos son el resultado de su condición de centralidad y de su carácter complejo y virtuoso de gran metrópoli, una serie de imágenes sobre el funcionamiento actual de Buenos Aires nos permitiría ver la importancia del desplazamiento por migración o inmigración, la segregación o exclusión de grandes grupos humanos, los cambios en la estructura productiva generadora tanto del nuevo empleo como desempleo industrial, el gran aumento en la red de los movimientos y flujos del transporte público y privado, de carga y de pasajeros, las nuevas condiciones de los asentamientos provocadas por tendencias económicas y ambientales, la modificación permanente de las tecnologías informáticas y de las comunicaciones, y la influencia de los intercambios globales, datos estos que representan, entre otras, causas significativas para comprender nuevos ciclos y permanentes cambios de forma en la compleja malla de relaciones entre el territorio urbano, el amplio e ilimitado escenario, la arquitectura edificada, la morada de todos los actos, las infraestructuras, el soporte funcional, y el ciudadano, su habitante.

Surge ante todos estos registros y sin importar su calificación, una virtud excepcional, la diversidad de la creación como lenguaje social, que actúa como valor permanente de la cultura urbana de Buenos Aires.

Ella actúa como una red de integración de los múltiples componentes, culturales, económicos y políticos, posibles de ser expresados a través de la arquitectura de la ciudad, como la escenificación trascendente del devenir del tiempo en el espacio, expresión que relata las armonías, los conflictos, la estabilidad y el cambio en la representación de los diferentes y variados niveles de la actuación humana.

Esta compleja condición advierte también sobre otra de las cuestiones constitutivas principales del estilo del intercambio social de Buenos Aires y es su capacidad de proyectar y construir nuevos lugares, públicos, privados, paradigmáticos, representativos, evidentes, los cuales aparentemente alteran siempre la tradición de la ciudad, pero que gracias a las secuencias del archivo de imágenes ya habíamos comprendido, sin embargo, que tal acción representa también la expresión más plena de la calidad e identidad cultural de Buenos Aires: su trascendente y mutante forma.

Ante tal evidencia, desentrañar de este modo el imaginario social, nos permite acercarnos a la ciudad como un sitio de constantes mensajes; un universo de significados. Si en gran medida los modos futuros del comportamiento social dependen de la reconsideración del saber humano, los temas y los lugares en permanente transformación crearán siempre nuevas tensiones en los vínculos entre la ciudad y la ciudadanía.

Es por ello importante considerar que en un futuro inmediato Buenos Aires dispondrá de otros tipos de residencia, de diferentes velocidades en los movimientos para el intercambio, de nuevos lugares urbanos determinados por la redefinición de la función de los aeropuertos, del puerto de carga y pasajeros, de las redes subterráneas, de la creación de nuevas autopistas, de la construcción de telepuertos, de inéditos parques temáticos y de lugares de intercambios reales y virtuales, que contrastarán inevitablemente con sitios de máxima pobreza, híbridos, casuales y efímeros, y siempre todo ello convivirá con la construcción de nuestras imágenes individuales, que estarán asociadas a la compleja suma a través del tiempo de ciertos barrios, de cantidad de calles, parques y plazas, y de particulares edificios, lugares todos que acompañarán nuestras vicisitudes personales y nuestras más íntimas y profundas emociones.

Arq. ROBERTO CONVERTI

Editorial Paidós

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