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LOS MAPAS DEL TERCER MILENIO

El Estado debe reconocer que la planificación estratégica de las ciudades es una prioridad y a su vez el sector privado, como emprendedor, convocado y respetado como su principal colaborador.

La problemática global, que actualmente afecta al sistema económico y financiero internacional y el destino de millones de habitantes de las más diversas naciones del mundo, tuvo notables expresiones de anticipación en las nuevas formas y modos de habitar el espacio público y privado urbano, el cual ha registrado un permanente y excepcional proceso de transformación, alterando las condiciones ya conocidas, por otras de nueva escala y dinámica, lo cual permitió un cambio, en la relación de la ciudadanía con sus ciudades. La extensión de las aglomeraciones urbanas, advierte sobre el complejo inventario de acontecimientos, que han impuesto en simultáneo un gran condicionamiento social: la dispersión geográfica, la dinámica incontrolada de las migraciones, la fragmentación, los nuevos tiempos de movilidad y comunicación en el territorio, la imposibilidad de muchos de encontrar un sitio digno para la vivienda, la exigencia de insertarse competitivamente en los flujos globales y la dificultad permanente de promover el desarrollo local.

Es por ello, que el valor y sentido de la discusión política sobre el derecho a un desarrollo urbano sustentable, se ha transformado en uno de los temas principales de foros y congresos especializados.

Así y en el presente contexto de crisis económica y financiera internacional, inaugural del tercer milenio, y admitiendo la continuidad de un ciclo social de evoluciones y mutaciones drásticas, el modo de cooperación público/privada, será uno de los temas fundamentales a considerar en la gobernabilidad y convivencia cívica por venir.

Con estos parámetros y en estas circunstancias, nuestro país está obligado a sobreponerse a las condiciones irregulares existentes e inducir modificaciones de excepcionalidad, que provoquen un enorme salto en los modos de comprender y comportarse en los nuevos mapas sociales del tercer milenio. En este sentido, es el Estado quien, definitivamente, deberá cumplir un rol ejemplar. Para ello, estará obligado a sumar inteligencia, imaginación y buenas expectativas, para dinamizar los grandes recursos humanos y los medios económicos que logren modificar el continuo y recurrente escenario de crisis. Es por ello que resulta fundamental definir un modo de gobernabilidad, basado en una alianza estratégica del Estado junto al sector privado, pero de manera inteligente y eficiente.

RECURSOS HUMANOS E IDENTIDAD TERRITORIAL

Si los ciclos económicos mundiales están cambiando, por su íntima dependencia, también se ha de modificar el orden social del territorio, un tema de gran importancia para definir las estrategias de la inversión y la producción inmobiliaria futura.

En este contexto, los nuevos procesos de inclusión o exclusión de las naciones a nivel internacional, deben atender el requerimiento por una mayor producción de alimentos, el transporte en gran escala de mercancías y pasajeros, la necesidad de más y mejor vivienda, la innovación permanente en tecnologías de la comunicación, la provisión estratégica de energías, la transformación de la identidad cultural de las naciones, la incertidumbre por la movilidad del capital corporativo y la exigencia de las políticas de calidad ambiental, todas cuestiones que impactarán en la forma de habitar y ocupar el territorio.

Estas condiciones están promoviendo, la conformación de un nuevo criterio de ocupar el espacio habitado y con ello, el futuro modo de constituir las comunidades, modificando el carácter y estilo de cualquier orden territorial precedente y el modo de actuar tanto de funcionarios de gobiernos, como de profesionales y empresarios dedicados a esta tarea.

Es así, que la crisis financiera internacional también expresa la necesidad de generar procesos de anticipación estratégica en la gobernabilidad de los proyectos de creación de valor y el destino de las características y la organización social de las ciudades y la actividad inmobiliaria y el proceso profesional e industrial, que han de orientar el rumbo de la planificación territorial y económica futura de naciones y regiones que la genera, lo son.

PÚBLICO Y PRIVADO

El Estado y el sector privado, ante esta propuesta de nuevo orden, deben juntos planificar cómo y de qué manera producir un mejor hábitat urbano. Para ello una primera y fundamental tarea es cambiar el grave y despectivo concepto, con el cual desde ciertos sectores se trata a la inversión y el trabajo de empresarios, emprendedores y profesionales de la arquitectura, la ingeniería, la economía y la industria de la construcción, alentando una perspectiva tan crítica como agresiva, al tratar a tan significativo sector, como si sólo se dedicara a una actividad especulativa y sin sentido social.

TRANSFORMACIONES

La transformación del Estado, en base a estrategias comunes públicas y privadas, gobierna actualmente la escena global moderna y en Argentina también debiera liderar ese nuevo camino. La actividad inmobiliaria y la construcción, debieran transformarse en un símbolo virtuoso, pues sólo en los países que crecen o quieren hacerlo, se invierte y ejecutan obras de importancia y transformación y bajo ese concepto, Argentina no puede perder la orientación hacia una mejor calidad de vida. El Estado, debe elegir con claridad su horizonte, ser exigente, riguroso, serio, medido incluso en sus objetivos y para ello crear empleo útil y el desarrollo de proyectos de viviendas y los equipamientos e infraestructuras de urbanización lo son y bien representan el mejor ejemplo de un cambio. Obviamente, debe trabajar junto al sector privado, generando espacios para una nueva escala urbana e inmobiliaria y de infraestructuras, siendo ello también un eje de creación de empleo calificado e incluso de los recursos que la lancen a un rápido y mejor estado de coexistencia social.

Argentina, entonces, se enfrenta al especial desafío de transformar las diversas regiones del país, organizando el moderno orden de su territorio en función de la atracción y competitividad de sus actividades productivas y de servicios, posibilitando los estímulos estructurales para un mejor comportamiento social.

¿Cómo afrontar este desafío?. Movilizando un acuerdo estratégico entre los sectores públicos y privados con incumbencia en el sector de la industria de la construcción y sus empresas y profesionales, para juntos planificar cómo y de qué manera producir un mejor hábitat urbano.

Al respecto y en función de validar un proceso político de anticipación sobre tan delicado momento de la historia nacional e internacional, el sólo hecho de integrar a los convocados en función de un proyecto común, favorecerá un salto social de coexistencia, donde los gobiernos, habitantes y emprendedores podrán dedicarse a generar un nuevo orden territorial con el objetivo en una mejor calidad social.

Es por ello que el Estado debe reconocer, definitivamente, en su agenda más exigente de gobernabilidad, que la planificación estratégica de las ciudades debe ser una prioridad principal y a su vez el sector privado, como emprendedor, ser convocado y respetado como su principal colaborador.

por Alicia Esteban, Revista Áreas


ROBERTO CONVERTI – Es arquitecto y director de OFICINA URBANA, estudio profesional dedicado al desarrollo de proyectos estratégicos en ciudades y al diseño y gestión de proyectos urbanos y de arquitectura de importante escala.

Fuente: Revista Áreas

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