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Planificar para transformar el pais

La Argentina tiene ante sí el desafío de lograr un desarrollo estratégico mediante la promoción de un proyecto de corto, mediano y largo plazo que coloque como eje central de la agenda política nacional a la planificación y a la inversión en la calidad del hábitat de cada comunidad.

Argentina se enfrenta a un desafío histórico. Generar la transformación de las diversas regiones del País, organizando un nuevo mapa de las zonas de actividades productivas y de servicios, que en los últimos años han generado modificaciones estructurales en la economía y la cultura de su sociedad a nivel nacional.

El principal objetivo de esta épica contemporánea debiera ser el de reorientar a la población en su conjunto, hacia las importantes oportunidades que presentan las diferentes ciudades distribuídas en la distinta geografía argentina, promoviendo junto a ello, más inversión pública y privada destinada a producir viviendas, equipamientos sociales e infraestructura de transporte y comunicaciones.

Este enunciado, que parece muy propio de la retórica política del presente, debería ser hoy la gestión nacional con proyección futura más trascendente, en tanto se priorice, como objetivo principal, proporcionar calidad de vida a millones de personas que viven actualmente sin orientación alguna respecto a cómo y por qué se ocupan las áreas urbanas o rurales en donde habitan y disponer de conciencia social sobre las condiciones de desequilibrios entre la inversión en infraestructuras públicas y los suficientes recursos energéticos y medioambientales en el total del territorio argentino.

Cómo afrontar un proyecto de tal envergadura.

Disponiendo de un acuerdo entre los distintos sectores de Gobierno y los sectores privados con incumbencia en el desarrollo estratégico del País y en base a todos aquellos componentes que integran actualmente la visión de regiones y ciudades sustentables, dedicarse a promover un proyecto de corto, mediano y largo plazo que coloque como eje central de la agenda política nacional a la planificación y a la inversión en la calidad del hábitat de cada comunidad, con el objeto de retener y convocar habitantes y emprendedores para un nuevo orden regional.
Respecto a las posibilidades económicas para lograrlo, veamos cuando el esquema político se transforma en un plan organizado y responsable, como se obtienen resultados para ello.

Al respecto, una reciente publicación internacional citaba esta información:

«Proyectos de desarrollo urbano de Ciudades pensados desde la sostenibilidad medioambiental hoy son sinónimo de buenas intenciones y mejores negocios» y añade: «Las condiciones de ahorro energético se están transformando en bienes de cambio; son herramientas de negociación en la mesa de promotores inmobiliarios y organismos reguladores». El protocolo de Kyoto sobre el cambio climático permite que proyectos como la Ciudad asiática de Dongtan se puedan financiar a través del mercado de carbón.
El mecanismo es simple: el ahorro de emisiones proveniente de Dongtan se estima en 750.000 de toneladas de CO2 anuales.
Esta reducción de emisiones se convierte en los llamados certificados CER (sigla inglesa de reducción de emisiones certificada»), otorgados por el comité de UNFCCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático).
Una vez que este comité aprueba los certificados se convierten en acciones que se pueden vender y comprar en los mercados financieros globales.
«Siendo los cálculos más conservadores aproximadamente unos ingresos de ocho millones de euros anuales para los próximos 25 años. Uno puede llamarlo subsidio, pero lo cierto es que desmitifica la sostenibilidad como una solución costosa».

El mundo ya es otro.

Las Naciones son sus ciudadanos en sus ciudades, quienes a su vez lo son de diversos lugares. Los ciudadanos ya no son de un solo lugar.

Así en un sistema cada vez más interactivo, las ciudades representan la organización social más estratégica y tangible, coexistiendo decisiones tan disímiles y dinámicas como las de las personas individuales, junto a la de las corporaciones más complejas y sofisticadas.
Es por ello que los Estados deben reconocer en su agenda de gobernabilidad a la planificación estratégica de las Ciudades entre sus prioridades principales y el sector privado colaborar en ese sentido, sabiendo que parte de su mejor destino ha de estar ligado al territorio que lo vincula con la comunidad.
En Argentina y el marco de futuros posibles que incentiven de un mejor modo al conjunto de la sociedad, Tierra del Fuego podría ser el eje de la Región territorial y marítima austral y patagónica, formando parte de una nueva visión transpolar internacional respecto a los países de Asia.
La Región Andina, podría sumar un rol de notable valor a través de su interfaz bioceánica.
El conjunto de Provincias y Ciudades que confluyen en la Hidrovía podrían conformar una región continua que relacione la cuenca del Plata con las mayores riquezas de la Amazonia sudamericana.
Los recursos minerales y energéticos del Norte argentino y sus vínculos fronterizos podrían constituir una zona con economías notables por su influencia local e internacional.
Y las comunidades tradicionales agrícolas, ganaderas e industriales podrían mantener su mejor perfil, ahora integradas a una red que las incluya en un nuevo mapa de Argentina.
El del desafío histórico y racional.

ROBERTO CONVERTI
Arquitecto

Fuente: Revista Áreas Nro. 10 – Argentina

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